El desarrollo web, en términos coloquiales, se refiere a la trastienda de la página, a aquello que no se ve. Pero es indudable que, sin esta cuestión, es imposible que funcione una web. El desarrollo web es, básicamente, una cuestión de programación, y el desarrollador es un programador.
Lo que se busca, básicamente, es trasladar el proyecto de diseño a los lenguajes de programación. Y, por lo tanto, esto implica que se tenga que realizar desde las vertientes front-end y back-end.
La vertiente front-end es aquella que se centra en conjugar el diseño web con los lenguajes de programación más utilizados. Hay que recordar que hoy estos son JavaScript, Java, C#, C++ y Phyton, entre otros. Y hay que recordar que, según el diseño web, será preferible el uso de un programa u otro.
La vertiente back-end se centra, en cambio, en las funcionalidades del servidor, verdadera columna vertebral de la página web. Y, por lo tanto, también se referirá a las cuestiones relacionadas con el acceso de informáticos y propietarios del sitio. Esto tiene relación con la accesibilidad a la información para editarla pero, también, con los protocolos de seguridad.
Por lo tanto, el trabajo de un desarrollador web se dedicará a hacer posible la propuesta de diseño. No ha de extrañar, pues, que el trabajo de este profesional sea central.